Ambos términos son muy cercanos, al punto de que llegan a utilizarse como sinónimos, sin embargo, no lo son. La igualdad hace referencia a que todos merecemos el mismo trato o las mismas condiciones, sin importar si somos o no personas diferentes. Por ejemplo, en una cena todos deberán comer exactamente la misma cantidad de comida, ni más ni menos, sin importar las condiciones de cada uno. Es decir,  si hay bebés, niños, adolescentes, adultos y ancianos todos recibirían el mismo platillo con la misma porción, por lo que resultaría bastante injusto para algunos. 

La equidad por otra parte, busca que haya justicia dentro de la igualdad, en el mismo ejemplo, cada persona recibe los alimentos y la cantidad necesaria. Un bebé no puede comer un trozo de carne, así como para un adulto no sería suficiente con beber leche todo el día ¿cierto? Por lo tanto la equidad toma en cuenta las diferencias entre los desiguales  para garantizar condiciones más justas para todos. 

Ambos términos se pueden llevar a cualquier ámbito de la sociedad. En la educación, no todos los niños son iguales, ni tienen las mismas oportunidades. En el ámbito laboral el rezago y la desigualdad entre hombre y mujeres sigue estando muy marcada. La igualdad pone la misma cancha sin importar si tienes lo necesario para poder jugar. La equidad busca nivelar las condiciones de juego para que todos y todas podamos entrar a la cancha. 

 

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